Al ministro de Gobierno y Justicia de Panamá, Dilio Arcia, le gusta la claridad. La semana pasada, al término de una reunión sobre seguridad en la región, donde las autoridades centroamericanas debatían sobre el avance de la delincuencia en estos países y las estrategias para enfrentarla, el ministro soltó la perla: "la ciudad de Colón es la más violenta del continente". Según el Premier (nadie me ha explicado por qué a este ministro se le llama 'premier', como si se tratase de una película de estreno), las cifras ponían a la ciudad atlántica panameña, proporcionalmente hablando, en un nivel de inseguridad peor (¿más alto?,¿más bajo?) que el de ciudad de México.
Pues sucede que el jueves de la semana pasada, durante una visita a Colón, Arcia se desdijo cándidamente de sus palabras, insinuado (como suele ocurrir con estos funcionarios) que había sido citado "fuera de contexto", y aunque no desmintió lo aseverado, sí señaló que había ido a esa ciudad a 'revertir positivamente' (no tengo idea de qué será aquello) sus palabras, para lo cual se había reunido, dijo, con dirigentes empresariales de la Zona Libre de Colón. Además pidió disculpas (qué diplomático) por el efecto de sus dichos. Un poco tarde, porque la primera noticia dio la vuelta al mundo en los cables internacionales, pero a la segunda casi nadie le prestó atención. A no ser los operadores de turismo, los comerciantes, los funcionarios que insisten en mirar (y que miremos) para otro lado para tranquilizar su mala conciencia. Qué considerado.
Encantadores de serpientes
Hace 15 años
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